martes, 9 de enero de 2007


La vida de oración en Molante
Nuestras hermanas de Molante tenían una vida de oración semejante a la de las contemplativas pero adaptada a su cultura y a su misión. Para poder rezar con el pueblo,14 han rezado siempre en francés, permitiendo así a la gente comprender su oración, y a las hermanas estar siempre integradas…15 Para las celebraciones, toda la liturgia en Latín obligaba y habituaba a recurrir a las oraciones en lengua vulgar que no era la traducción de la oración del sacerdote. Nuestras hermanas leían (o aprendían de oído, como la gente no instruida) estos textos utilizados por los fieles y que terminaban por saberlos de memoria.16 Los labios participaban así en la oración del corazón. El número y la variedad de ejercicios espirituales cotidianos de las hermanas son bastante sorprendentes para nuestras mentalidades modernas. Hay en su vida de oración toda una búsqueda para que el día esté unificado por oraciones, normalmente comunitarias y casi siempre vocales. Se rezaba en voz alta, y si no, se formulaba la oración con los labios, era la participación del cuerpo, así como diferentes gestos repetidos muchas veces: arrodillarse, los signos de la cruz, las inclinaciones, etc. recordando la oración de las contemplativas. Las hermanas de Molante se reunían por la mañana para la oración “de una hora, incluido el cuarto de hora de preparación”, la oración común, la de los fieles, a la mañana y a la tarde, el oficio del Sagrado Corazón, reemplazado por el Rosario para las hermanas que no sabían leer. Además, durante el día tenían varios encuentros para la lectura con letanías, varios actos de consagración, las oraciones de las comidas, los exámenes, letanías, hasta la oración de la tarde…17 la oración vocal y comunitaria, va marcando todo el día. Y la Adoración reparadora de 5 de la mañana a las 9 de la noche en el oratorio donde las hermanas se turnan. mortificaciones corporales que no están precisadas en los textos, cuando se presentan las Constituciones en 1811. La misión con los niños y los enfermos los reemplazan. Nuestras hermanas de Molante han aprendido juntas a rezar, según las costumbres de su tiempo, pero sobre todo intentando hacer de la oración comunitaria, una experiencia espiritual, lugar de un encuentro concreto entre ellas y con el Señor. Con estos medios puestos a su disposición, aprendían a rezar como hermanas. Han recibido, a través de medios diferentes de los nuestros, adaptados a sus mentalidades y a su situación de entonces, la gracia de un camino de oración para ellas y para las que llegaban, y en su vida de trabajo, rezan con esta forma de oración; rezan con, y por los niños que instruyen, con, y por los enfermos a los que acompañan. Y oran juntas. Juntas, comprenden y viven esta Palabra que las unirá siempre a través de todos los cambios de la vida de una Congregación dispersa: Esta Palabra de Jesús que hace sagrada toda comunidad: “Cuando dos o tres está reunidos en mi nombre, Yo estoy, en medio de ellos”. Se trataba de consagrar al Señor toda su vida, es decir, su tiempo, su cuerpo, su pensamiento, y todo ello a través de los medios puestos por la Iglesia a su disposición. Todos los gestos de la vida corriente y de la misión también debían ser portadores – casi explícitamente – de la presencia de Dios. Las “elevaciones” a los Corazones de Jesús y de María a cada hora entran en este proceso. En esa época, en Poitiers, el Padre Coudrin ha fundado ya las hermanas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, que se turnan día y noche para una adoración perpetua ante el Santísimo Sacramento. Isabel ha entrado en este proceso. Ha sido llamada a Maillé para la misión, pero ella quiere todo: adoración reparadora y misión. La adoración perpetua será suprimida, así como los ayunos y otras